Llega un momento en el que como consumidor responsable quieres saber de dónde viene la comida que tienes en tu plato. No quieres saber nada de esa cadena industrial, contaminante e insostenible que fabrica alimentos apoyándose en fertilizantes sintéticos y peligrosos pesticidas. Aprendes la importancia de una vida saludable, a respetar el alimento y su producción porque sabes que eso es respetarse a sí mismo. La comida orgánica es salud, conciencia y sostenibilidad. ¿Puede extrañar que muchos acabemos dándole algo de verdor a la ciudad con un huerto urbano? ¿Te animas tú también? Es gratificante.

Como veremos, la agricultura natural y ecológica es un proceso integrador y sinérgico, en el que todas las partes se condicionan entre sí. Ese es el funcionamiento de la naturaleza. Plantar en casa de forma ecológica es tu oportunidad para alimentarte de manera más saludable y aprender a vivir con los ritmos naturales. Si lo haces en familia, además, educas a los niños en valores importantísimos. Es una lección de vida, conocimiento y responsabilidad que no tiene precio.

Seguro que tienes algunas dudas sobre el huerto urbano. Intentemos resolverlas. ¿Hace falta mucho sitio para un huerto urbano? Como con toda actividad manual son necesarios una serie de requisitos materiales. Aunque la palabra huerto nos remita a las granjas, jardines y patios traseros de las casas de campo, donde nuestros abuelos plantaban hortalizas y quizá, incluso tenían algunas gallinas, no pienses que necesitamos el mismo tipo de espacio para conseguirlo.

La filosofía del huerto urbano se basa en ofrecer soluciones sostenibles y saludables al gris hormigón de la ciudad, sea donde sea. Un apartamento puede tener su minihuerto urbano en el alféizar de la ventana en forma de discretas macetas aromáticas o alguna hortaliza. Un balcón puede ofrecer espacio suficiente para macetones, huertos verticales o, incluso, una mesa de cultivo. El patio trasero o la azotea del edificio podría ser un lugar idóneo para algo mayor, con varias mesas. Y si hablamos del entorno rural, es raro que una casa de campo no disponga de un terreno propio donde el huerto urbano roce los límites del huerto tradicional de toda la vida.

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Es por eso que, aunque el espacio limita las opciones, lo importante es la actitud para conseguir una vida sana, la determinación y la responsabilidad ante la alimentación de la familia y la industrialización de la comida. Si queremos producir nuestra comida orgánica, como mínimo siempre podremos tener una maceta de albahaca para hacer un delicioso pesto ecológico.

¿Dónde se planta?

Macetas, macetones, mesas de cultivo o el jardín. Las opciones dependen del espacio pero también de las plantas que queramos cultivar. Porque es importante otorgarle a cada una su espacio óptimo. Que no se molesten entre ellas, sea por espacio, por altura, por profundidad de la tierra (algunas tienen raíces más profundas que otras, por ejemplo) o por los distintos ritmos de crecimiento, floración o recolección.

En caso de tener un huerto urbano en un jardín conviene repartir el espacio en varias parcelas. Así, rotaremos el cultivo anualmente considerando las necesidades de cada variedad.

Sea cual sea el formato es interesante que te informes sobre las opciones de material, optando siempre por recipientes y utensilios lo más ecológicos posible. Semilleros, macetas, jardineras, etc. pueden construirse aprovechando otros materiales sin ningún problema.

¿Qué hay de la luz?

Una vez solventada la duda del espacio disponible y aceptados los límites y las posibilidades, como horticultor urbano debes plantearte las cuestiones nutritivas. El ¿cómo puedo cuidar mis plantas? no depende de si son unas macetas en el balcón o una terraza con mesas de cultivo. Las plantas necesitarán cuidados sí o sí. Y si hay algo que tienen en común todas es que quieren luz, buen sustrato y agua.

Cada variedad tiene sus necesidades de luz. Algunas aman la luz solar fuerte y directa todo el día. Otras, más tímidas, prefieren intervalos de sombra y luz directa o recibir solo luz indirecta. Es por eso que conocer bien la posición de tu futuro huerto te dará pistas sobre qué crecerá mejor y qué peor o qué necesitará más tiempo y cuidados y qué menos. Por ejemplo, la lechuga, el puerro o el apio son plantas que, necesitando luz, agradecen cierta sombra cuando el sol más aprieta. O visto de otra manera: son plantas que se pueden dar bien en las zonas donde hay poca radiación solar. En cambio, ajo, calabacín, cebolla, tomate o berenjena esperan con ganas que el sol las inunde de luz.

Hay que conocer la orientación de nuestro huerto respeto al sol. Debes hacer un plano del espacio de cultivo y analizar en qué zonas se da la luz directa y en cuáles hay sombra parcial o total a lo largo del día. Conocer la disponibilidad de luz a lo largo del año también te ayudará a trabajar mejor el huerto urbano. Es posible que el balcón solo reciba luz directa en época estival y, por lo tanto, solo se pueda cultivar en primavera-verano, por ejemplo. En otros casos podría ser al revés: el espacio de cultivo tiene luz todo el año. Siendo un caso u otro podrás saber qué variedades cultivar y cuándo.

Este conocimiento sobre dónde da la luz, cuánto y cuándo permite planificar y gestionar el huerto, colocando las plantas donde más les favorezca. Y sobre todo, permite saber qué plantas nos van a dar más dificultades y quizá sea mejor no cultivar.

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El sustrato, la esencia

La luz es la energía, pero la tierra el alimento. Nuestros cultivos necesitan un buen sustrato para crecer fuertes y sanos. Del sustrato dependerá la salud de nuestras plantas tanto como de la luz. Aunque cada planta tiene sus necesidades concretas de sustrato (más ácido, más básico, más fértil, menos fértil, más mineral, más orgánico, etc.), en general la mayoría de las plantas de nuestra alimentación se pueden cultivar usando el mismo sustrato para todas. Una alegría para el horticultor urbano, pues el espacio disponible es limitado.

No escatimes en sustrato. No pensemos que cualquier tierra vale (ni siquiera tierra de bosque o la de jardín apta para césped, por ejemplo). Más bien, convenzámonos de que nuestras plantas necesitan un sustrato de calidad, con muchos nutrientes, específicamente pensado para el cultivo. En esto, plantar en casa no se diferencia del huerto tradicional. Un buen sustrato trae buenos alimentos. Además de nutritivo, este lecho debe ser esponjoso, suelto, aireado y capaz de retener el agua.

El sustrato de calidad se puede comprar preparado y es una buena solución si eres principiante porque contiene todos los nutrientes necesarios para las hortalizas. También es posible mezclarlo con un poco de fibra de coco, un componente que no aporta nutrientes pero sí ayuda a retener la humedad, a dar volumen y esponjosidad al sustrato y a hacer que la jardinera o mesa de cultivo pese menos. Conforme ganamos experiencia podemos preparar nuestro propio sustrato.

Por ejemplo, en una jardinera se podría empezar colocando una base de drenaje, formada por piedras o corteza de pino, que permite que el agua se escape por debajo sin que las raíces de las plantas estén ?en remojo? y corran el riesgo de pudrirse. Sobre la capa de drenaje se llenarían dos terceras partes de la jardinera con una mezcla de sustrato universal (60 %) y fibra de coco (40 %). Y el último tercio se ocupa con una mezcla de 50 % de sustrato, 20 % de fibra de coco, 20 % de estiércol de caballo, 5 % de perlita y 5 % de humus de lombriz.

Esta es una sugerencia de receta, pero con la experiencia el horticultor urbano aprenderá a hacer el suyo propio según las necesidades de sus cultivos. El huerto urbano aporta conocimientos a base de experiencia y observación y es muy gratificante comprobar que aprendemos y al final conseguimos nuestra propia comida orgánica. La vida saludable es también el aprendizaje saludable.

Con este aprendizaje llegarás a conocer bien tu cultivo y el tipo de sustrato que quieras cuando intentes perfeccionarlo. Las diferentes recetas de sustratos responden a necesidades especiales. Si conocemos bien nuestro cultivo sabremos que ciertas plantas son más exigentes respecto a los macronutrientes (nitrógeno, fósforo, magnesio, potasio…) y los micronutrientes (hierro, zinc, manganeso, cobre, boro, molibdeno, cloro y níquel). Así que si queremos favorecer el crecimiento de un tipo concreto de hortaliza tendremos que elegir el sustrato con más precisión o acudir al abono.

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¿Qué hay del abono? El sustrato universal

Como los sustratos con receta como la señalada arriba, proporciona una buena
cantidad de nutrientes. A la hora de abonar hay que tener cuidado pues un exceso podría ser perjudicial para la planta. Los abonos ecológicos, producidos en y por la propia naturaleza y no en los peligrosos procesos industriales de agroquímicos sintéticos, darán a nuestro huerto en casa lo que necesita. Y a tu cuerpo una comida libre de toxinas y químicos artificiales.

Arriba ya hemos señalado algún abono natural, como el humus de lombriz o el estiércol (de caballo, pero también de gallina, oveja, bovino?). Muy importante es el compost, un producto natural formado por el proceso de fermentación de residuos orgánicos. También existen abonos orgánicos más especializados o concentrados con propiedades nutritivas especiales (guano, sangre, harina de pescado?) u objetivos concretos (favorecer la floración o el engorde del fruto, por ejemplo).

Con todo, en tus primeros pasos con el huerto urbano está bien que confíes en los sustratos universales y, luego, ir especializándote poco a poco (si quieres).

El gran momento ¿semillas o plantel?

Sabemos que cuando veas que tu huerto empieza a germinar y crecer sentirás orgullo y emoción. Es el resultado de un trabajo bien hecho, de que sabemos mimar a nuestras plantas que luego nos mimarán a nosotros con sus deliciosos frutos.

Sin embargo, aunque las semillas y la germinación son algo casi mágico, suele ocurrir que en el huerto urbano solo tengamos, por ejemplo, dos, tres o quizá cinco plantas de tomate, calabacín o pimiento. ¿No son un desperdicio todas esas semillas que se quedan en la bolsita?
La germinación de las semillas también requiere más dedicación y esfuerzo. Hay que hacer que la planta nazca y se desarrolle un poco para luego trasplantarla a su sitio definitivo. Las semillas se plantan en pequeños semilleros donde hay que cuidar bien la humedad y la temperatura. Cuando germinen hay que ponerlas al sol para que reciban la luz y resguardarlas del frío hasta que tengan el tamaño apropiado para el trasplante.

Para facilitar el trabajo del principiante (y del experimentado, todo sea dicho), se puede cultivar el huerto urbano partiendo de planteles. El plantel o plantón es básicamente la pequeña plantita ya suficientemente desarrollada para soportar el trasplante. Con el plantel te ahorras el trabajo de germinación.

Comprar plantel también garantiza el mejor momento para el crecimiento de la planta. Porque el trabajo del agricultor siempre depende de los tiempos de la naturaleza y cada planta tiene su momento preciso de germinación, floración y recolección. El horticultor urbano sigue los patrones de la naturaleza, no busca frutos fuera de temporada, respeta los ciclos naturales y sigue, pacientemente y con alegría, el bello ritmo de las estaciones.

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¿Y qué podemos plantar?

Siguiendo una dieta saludable, rica en verduras, hortalizas y frutas de temporada, y conociendo tus gustos, podrás elegir unas plantas u otras. Pero no todas son recomendables para el principiante. Por ejemplo, aunque cuando pensamos en huerto ecológico la cabeza vuela directamente a esos deliciosos tomates llenos de sabor y aroma, el cultivo de la tomatera no es precisamente el más sencillo. El tomate exige ciertas habilidades más allá de plantar y regar. Pero tampoco es como cuidar un bonsái, así que te animamos a que te informes y vayas a por tus deseados tomates. Sabemos que no podrás resistirte a intentarlo.

Las plantas de cultivo más sencillo suelen ser las de hoja (lechugas, escarolas, rúcula, acelga), que además se pueden ir consumiendo hoja a hoja sin necesidad de arrancarlas enteras. Las variedades de pimiento de fruto pequeño también son muy agradecidas (las de pimiento grande, como el tomate, requieren más cuidado), así como las cucurbitáceas: pepino, calabacín, calabaza, melón?

Y en la dieta mediterránea ¿pueden faltar las hierbas aromáticas? Tomillo, romero, orégano, albahaca? son plantas de fácil cultivo y muy apreciadas en cientos de recetas.

Créditos imágenes: Dasha Petrenko, Aleksandra Zaitseva, Monkey Business Images, CBCK, Alexander Raths

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